4 materiales para fachadas tecnológicas
del siglo XXI
Hablando con un cliente sobre materiales de revestimiento, imagen y construcción, acabábamos nuestra conversación con la oda… al ladrillo: un material omnipresente y totalmente atemporal, con el que llevamos construyendo en España (y en todo el mundo) unos cuantos siglos. El edificio Chrysler de Nueva York, Santa Sofía, o incluso la gran Muralla China, están hechos de ladrillo.
Sin embargo, van apareciendo en el mercado nuevos materiales y nuevas soluciones que se adaptan, de cada vez más, a las exigencias del siglo XXI en materia de eficiencia energética, industrialización y tecnología. Materiales con los que la fachada de un edificio deja de ser una simple envolvente estética para convertirse en una piel tecnológica. Nuevos recubrimientos técnicos con funciones ya no solo térmicas, sino también energéticas.
Nosotros estamos gratamente asombrados con cuatro de ellos en particular, que son los siguientes:
Algas marinas
A modo de muro cortina, una serie de finos tanques de agua se superponen a la hoja interior del edificio. Estos tanques están llenos de millones de micro algas, que producen un efecto visual bastante curioso.
Pero lo realmente impresionante es su reacción; alimentadas adecuadamente, y con ayuda del sol, las algas se calientan y producen un efecto bio-reactivo. El comportamiento térmico de la fachada es brutal, y además ayuda al funcionamiento de las instalaciones interiores del edificio, a la reducción de emisiones de CO2 y al suministro de agua caliente y calefacción.

Edificio BIQ en Hamburgo
Hidrocerámica
Estudiantes del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña han creado un nuevo material, al que llaman ladrillos refrigerados o hidrocerámica, y que tienen la capacidad de refrescar el interior de un edificio disminuyendo su temperatura hasta 6 grados.
Combinando arcillas e hidrogeles, el nuevo material puede absorber hasta 500 veces su peso en agua, reteniéndola y liberándola más tarde a modo de vapor para generar un enfriamiento pasivo y gradual. Su funcionamiento, combinando cerámica y agua, se podría asemejar al del botijo: cuando la temperatura desciende, la pieza absorbe el agua, y cuando la temperatura aumenta, el agua se expulsa.

Detalle del material hidrocerámico
ETFE
Etileno-TetraFluoroEtileno. Es un polímero a base de flúor ultra resistente a los rayos UV y a la corrosión. Adquirió fama como material de revestimiento a raíz del Centro Acuático Nacional de los Juegos Olímpicos de Pekín (2008), en el que se utilizó a modo de grandes “burbujas” llenas de aire como cerramiento exterior.
A parte de aislamiento térmico, el uso del ETFE con aire contribuye al buen funcionamiento estructural del edificio contra las cargas de viento.
Es además, un material con muy bajo coeficiente de fricción (la suciedad y el polvo interiores no se adhieren fácilmente a su superficie) y con grandes cualidades acústicas. Es resistente y duradero, fácilmente reciclable, y no combustible.

The Sed en Nueva York, de Diller Scofidio + Renfro
BIPV
Son las siglas de Building Integrated Photovoltaics (fotovoltaica de integración arquitectónica).
Son paneles fotovoltaicos de fachada en diversos colores, tamaños y acabados, con una componente estética y un diseño óptimo para ser aplicado a modo de envolvente. Pero, además, producen energía limpia y se amortizan gracias al ahorro energético que generan.
Son la nueva generación de módulos fotovoltaicos, destinados a destronar a la fotovoltaica estándar tal y como la hemos conocido hasta ahora.

Paneles BIPV Kromatix en el edificio International School de Copenhague (CF Moller)
* Imágenes: bbc.com / plataformaarquitectura.cl / swissinso.com
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