

Iluminar con luz natural
La luz natural es un bien irrenunciable dentro de la actividad diaria del ser humano, ha marcado evolutivamente nuestra naturaleza e influye diariamente en nuestro comportamiento psico-fisiológico.
Iluminar con luz natural sin embargo es un proceso más complejo que dejar pasar la luz al interior de un edificio, ya que exige una serie de necesidades visuales de confort acordes a la actividad a desarrollar en estos espacios.
La iluminación natural por tanto debe aunar los beneficios de la luz natural con los requerimientos técnicos de la iluminación en interiores, recogidos principalmente en la norma EN-12464.
“La iluminación natural debe replicar la luz dinámica de nuestro entorno cumpliendo todas las exigencias de confort visual de iluminación en interiores”
Luz natural vs. artificial
La luz artificial puede ser apta para las capacidades visuales, y sin embargo no serlo para el funcionamiento óptimo de las personas, su bienestar y su salud.
La luz natural es dinámica, varía en espectro, intensidad, número de horas y direccionalidad a lo largo del día y año.
Sin embargo la luz artificial eléctrica tradicional es fija y constante a lo largo del día, con escasa o nula capacidad de regulación. Además de perder la percepción de la hora natural, la constancia en intensidad y en espectro puede ser negativa para nuestra salud y funciones cognitivas.

Evitar los hot-spots
La norma EN-12464 exige evitar los deslumbramientos y los contrastes demasiado altos que causarán fatiga debido a la readaptación constante de los ojos.
Sin embargo, entre las soluciones de iluminación natural empleadas actualmente suelen encontrarse lucernarios de plástico transparente, que producen ese efecto no deseado de exceso de contraste conocido como hot-spot o punto caliente.


Minimizar los huecos
Las soluciones opales evitan esos hot-spots dopando el plástico con partículas que refractan y dispersan la luz aleatoriamente con una distribución lambertiana.
Esta luz sin embargo se pierde en el espacio y no se dirige a las zonas de trabajo, lo que suele compensarse incrementando en el número de lucernarios.
Este exceso de huecos afecta al comportamiento energético del edificio, ya que además del aporte extra de radiación IR, aumentan las pérdidas térmicas en la envolvente.